Una empresaria surcoreana promueve una cultura empresarial compatible con la parentalidad
Para muchos trabajadores con hijos en Corea del Sur, la pandemia tuvo aspectos positivos, como el teletrabajo y una mejor conciliación de la vida familiar y laboral. Una opción que ya permitía una pequeña empresa pionera en el respeto de la parentalidad, tanto de madres como de padres.
Como Japón, Corea del Sur se caracteriza por una cultura empresarial ultracompetitiva, con largas jornadas laborales.
Erin Lim, de 38 años, quiso romper con esa manera de funcionar y lo hizo con una empresa creada a partir de una experiencia personal con su maternidad.
Tras haber tenido su primer hijo, esta "consumidora extremamente exigente" no encontraba un sillín para bebé que le gustara y decidió fabricar uno ella misma a partir de tejidos que encontró en un mercado en Seúl.
Aunque no tenía experiencia empresarial, creó su propia empresa en su casa, sin más.
"Soy alguien que no da nada por sentado y, por ejemplo, cuando creé mi empresa, me dije: ¿Para qué tener una oficina?", explica en una entrevista a la AFP.
Actualmente, su empresa cuenta con 55 trabajadoras, el 92% de ellas son mujeres y jóvenes madres.
Todas ellas trabajan la mayor parte de su tiempo a domicilio, con horarios flexibles y limitando al mínimo las reuniones presenciales.
"El motivo de ello es que quería ver crecer a mis hijos", explica Lim, quien considera que llevarlos todas las mañanas a la escuela resulta "un momento realmente esencial".
"No quería promover una cultura empresarial que no entendiera esto", sostiene.
Por ese motivo, su empresa, Konny, consagra el derecho de sus empleados a llevar sus hijos a la escuela, algo poco habitual en las empresas de Corea del Sur.
- Tasa de natalidad muy baja -
Corea del Sur dispone de uno de los porcentajes de población femenina activa más bajos entre los países desarrollados: solo el 62% de las mujeres de entre 15 y 64 años forman parte del mercado laboral, mientras que en el caso de los hombres son el 79%, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Además, muchas mujeres se ven obligadas a dejar sus empleos bien remunerados tras dar a luz, debido a una oferta insuficiente de guarderías y servicios de cuidado de bebés.
A diferencia de lo que sucedió en muchos otros países, la mayoría de las grandes empresas surcoreanas pidieron a sus trabajadores que renunciaran al teletrabajo y regresaran lo más rápido posible a la oficina.
"Una empresa surcoreana clásica exige a sus empleados que vengan temprano al trabajo y que terminen tarde, incluso a veces los obligan a participar en cenas con sus compañeros. No podemos continuar así", critica Lim sobre una cultura empresarial poco compatible con la vida familiar.
Esto repercute en la tasa de natalidad del país, una de las más bajas en el mundo.
Pese a las ayudas financieras del Estado surcoreano, muchas mujeres prefieren no tener hijos para no menoscabar sus carreras profesionales.
"Necesitamos una cultura en que la sociedad valore el hecho de cuidar a los hijos", reivindica esta empresaria.
A pesar de la baja tasa de natalidad, el dinero gastado en productos para niños crece en el país y las ventas de los productos de esta singular empresa tienen el viento en popa.
R.Hawkins--TNT